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Permite que el conductor pueda hacer circular el vehículo en la dirección deseada. Puede ser mecánica o hidráulica. Esta última permite un giro más suave, pues tiene una bomba que impulsa aceite. Para tener un óptimo funcionamiento del sistema de dirección, hay que revisar periódicamente el nivel del aceite hidráulico y la eventuales fugas.
Aminora la marcha del vehículo o lo detiene por completo. Se compone de dos sistemas: el de servicio y el de emergencia (de mano).
Algunos vehículos tienen el sistema de frenos antibloqueo (ABS), que impide que las ruedas se bloqueen durante una frenada de emergencia o sobre una superficie resbaladiza. Esto permite que el conductor mantenga el control sobre el vehículo.
Absorbe el movimiento originado por las irregularidades de la calzada, lo cual brinda comodidad a los ocupantes del vehículo y permite una mayor estabilidad.
Se compone comúnmente de dos subsistemas: suspensión (ballesta, rótulas, barras de torsión, barra estabilizadora) y amortiguamiento (amortiguadores de diferentes tipos).
Suministra al motor la energía que le permite movilizar el vehículo.
Evacúa los gases quemados durante el proceso de combustión.
Es el generador de la corriente eléctrica necesaria para el funcionamiento del vehículo. Se subdivide en tres sistemas:
Pequeños dispositivos mecánicos y electrónicos colocados en distintas partes del vehículo, los cuales logran una combustión con menores niveles de contaminación ambiental.
El aceite del motor sirve para evitar el roce entre las piezas, brinda limpieza a las partes internas, funciona como antioxidante y mejora la acústica.
Separa el sistema de transmisión del motor, con lo que se realizan cambios de marcha para aumentar o disminuir la velocidad. Puede ser manual o automático. Este último es más sencillo de utilizar y se recomienda para personas a las que les cueste realizar varias tareas a la vez.
Sus partes principales son la horquilla, el plato de presión, el rol de empuje y el disco.
Mantiene la temperatura ideal en el motor, evitando el sobrecalentamiento. El elemento esencial para su funcionamiento es el agua o el refrigerante (coolant).
Serie de indicadores que señalan si los sistemas del vehículo están funcionando bien: marcador de velocidad, odómetro, tacómetro, control de temperatura, nivel de combustible, entre otros.
Soportan la carga del vehículo, transmiten la fuerza impulsora y de frenado, absorben impactos y mantienen la dirección del vehículo. Almacenan un volumen de aire a alta presión de entre 20 y 120 libras por pulgada cuadrada, según las exigencias del vehículo.
Cada día se debe revisar esa presión: si es insuficiente, la llanta se desgastará más a los lados; si es excesiva, se desgastará más en el centro.
También se debe revisar periódicamente que la profundidad de la ranura no alcance el testigo de la llanta. Además, las llantas deben estar bien alineadas, porque si no se desgastan más rápido y provocan un aumento en el consumo de combustible.
Cada seis meses o de 10.000 a 15.000 kilómetros, las llantas deben ser rotadas para asegurar que se desgasten uniformemente y duren más. El cambio de ruedas se hace según la tracción del vehículo (tracción delantera, trasera o en las cuatro ruedas).
Es un taco de goma de 1,6 mm de grosor que va incrustado en el fondo de los canales longitudinales. Cuando la banda de rodamiento llega a su nivel, la llanta ha alcanzado el límite legal de utilización y debe reemplazarse.
Solamente se reencauchan las llantas que cuenten con la inscripción “Regroovable” en su costado. Normalmente son las que se utilizan en vehículos pesados. El reencauche siempre debe realizarse sobre una buena base.
Es un instrumento medidor que se emplea para medir la presión de aire en las llantas, del aceite en el circuito de lubricación, del aire o del líquido en los circuitos hidráulicos y de la gasolina. Se recomienda medir la presión de las llantas con las llantas frías.
Al iniciar todos los días el uso del vehículo, se deben tomar los siguientes cuidados, con el auto en terreno plano y el motor apagado.
El sitio más adecuado para llevarlo es debajo del asiento del pasajero.
A diferencia de la seguridad activa, que sirve para prevenir accidentes, la seguridad pasiva es la que debe tener todo conductor para que, una vez que se sufra un accidente, las posibles lesiones sean menores. Algunos ejemplos son el cinturón de seguridad, las bolsas de aire y los apoyacabezas.
El cinturón de seguridad disminuye en un 40% los daños físicos y 80% la tasa de mortalidad de conductores y pasajeros.
En las mujeres embarazadas, el cinturón debe colocarse sobre el pecho y bajo el vientre.
En niños mayores de 12 años o niños que midan más de 1,45 metros, el punto superior del cinturón debe pasar sobre el pecho y no cerca del cuello.
Este dispositivo reduce con bastante eficacia los riesgos de daños cervicales y cerebrales. La parte superior debe estar alineada con la parte alta de la cabeza y a 4 centímetros de separación.
Test de la unidad (Premium)