Cuál es la base mental de un nuevo conductor
Para manejar también hay que comprender los procesos que pasan por nuestra mente para detectar señales, riesgos y poder actuar con base a lo aprendido, de ahí la importancia de conocer cómo es que se actúa en carretera.

Aprender a conducir un vehículo no solo implica saber manejar el volante, los pedales o las señales de tránsito.
Detrás de cada acción que realiza una persona al conducir, hay tres procesos mentales fundamentales que permiten responder adecuadamente a lo que ocurre en el entorno. Estos procesos son: percepción, intelección y volición. Comprenderlos es clave para desarrollar una conducción segura y consciente.
¿Cuáles son esas tres bases de aprendizaje mental por parte del conductor?
Percepción
El primero es la percepción. Se trata de captar información a través de los sentidos: vista, oído, tacto, etc. En el contexto de la conducción, percibir implica notar lo que pasa a su alrededor: otros autos, peatones, luces del semáforo, sonidos del motor, o el cambio en el clima.
Por ejemplo, cuando una persona está al volante y ve que el semáforo cambia de verde a amarillo, está percibiendo visualmente un estímulo importante.
También puede percibir auditivamente una sirena de ambulancia o sentir cómo el auto vibra si está en una marcha inadecuada. Todo eso forma parte de la percepción.
Intelección
Después de percibir un estímulo, viene la intelección. Esta etapa consiste en entender lo que se ha percibido. Es el momento en que el cerebro interpreta esa información y la relaciona con conocimientos previos o normas aprendidas.
Siguiendo el ejemplo anterior, al ver que el semáforo cambia a amarillo, el conductor no solo ve el color, sino que comprende que debe prepararse para detenerse, porque pronto vendrá la luz roja.
Esa interpretación del estímulo visual es la intelección. De igual forma, si escucha una sirena, entiende que debe buscar un lugar para ceder el paso.
Este proceso requiere concentración, memoria y experiencia, y es por eso que al inicio, los conductores nuevos pueden tardar un poco más en interpretar lo que sucede.
Volición
El último paso es la volición. Aquí es donde entra en juego la voluntad y la acción. Una vez que el conductor ha percibido e interpretado la situación, debe tomar una decisión y actuar en consecuencia. Es decir, poner en marcha una respuesta.
Volviendo al semáforo, si el conductor ya entendió que la luz amarilla indica que debe frenar, ahora decide pisar el freno y detener el vehículo. Esa decisión y ejecución es la volición. Implica responsabilidad, autocontrol y rapidez de respuesta.
Relación entre los tres procesos
Estos tres procesos no son aislados, sino que ocurren en cadena, muchas veces en segundos.
Primero se percibe, luego se entiende y finalmente se actúa. Si alguno de los tres falla, puede haber un error en la conducción. Por ejemplo, si alguien no percibe una señal de alto, no la entenderá ni actuará en consecuencia, lo que puede causar un accidente.
En resumen, al aprender a conducir, no solo se entrenan los músculos y los reflejos, sino también la mente. La percepción, intelección y volición trabajan juntas para que cada conductor tome decisiones seguras y correctas. Dominar estos procesos es fundamental para convertirse en un buen conductor.
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